Bert Hellinger
Una síntesis de su biografía
Bert Hellinger es quien nos lega las Constelaciones Familiares y Nuevas Constelaciones.
Nacido en Alemania en 1925 en el seno de una familia católica, a los 5 años manifestó su decisión de ser sacerdote y a los 10 fue enviado como pupilo a un internado de la Orden Mariannhill. Allí estuvo hasta los 16, cuando el colegio cerró y no tuvo más opción que regresar a su casa.
No eran tiempos fáciles en Alemania para ser un varón joven: Europa sumergida en la Segunda Guerra Mundial y sus consecuencias.
En ese contexto fue llamado a ser parte del Ejército regular alemán y fue enviado al frente de batalla. Más tarde, capturado por los aliados, estuvo en un campo de prisioneros en Bélgica. Apenas fue liberado, en 1945, ingresó como novicio en la misma Orden en la que había sido pupilo. La experiencia de la guerra había fortalecido su vocación religiosa; no sólo por lo vivido por él, sino porque además se había llevado la vida de su hermano.
En el noviciado comenzó su vida espiritual adulta: el aprendizaje de Teología, pedagogía y Filosofía en la Universidad de Würzburgy la práctica pastoral católica se sumaron a su búsqueda individual en lecturas de mística occidental, filosofías orientales y ejercicios de meditación.
Ese camino tomó verdadera profundidad unos años después, cuando fue enviado a Sudáfrica como misionero. Abocado a la fundación de escuelas y el trabajo de la tierra –dos tareas fundamentales en la Orden Mariannhill- entre los zulúes, continuó formándose como docente en las universidades de Pietermaritzburg y de Sudáfrica, con lo que sumó a sus tareas sociales la enseñanza en escuelas públicas secundarias y la capacitación a docentes. Aprendió zulú como su propia lengua y llegó a ser el responsable de un colegio de élite para aborígenes. Pero lo que más modificó su ser y despertó en él el interés por lo “fenomenológico” fue su conocimiento de la cultura de los pueblos originarios africanos así como su participación en los rituales.
También enseñó religión, ya que tenía un interés genuino por la Teología, pero su estilo no era exactamente el que la Iglesia Católica esperaba y, cuando le demandaron modificarlo, renunció a todos sus cargos y volvió a Alemania.
En total, pasó 16 años en Sudáfrica. Los más intensos y trascendentes de su vida en cuanto a desarrollo espiritual. En ese tiempo empezó a sembrarse lo que muchos años después el mundo empezó a recoger como frutos.
De regreso a su tierra natal, fue nombrado rector del seminario de sacerdotes. En ese tiempo, conoció la dinámica de trabajo en grupo e inició la formación en psicoanálisis y psicoterapia en general.
Fue en una de aquellas sesiones grupales que hacía cuando supo hacia dónde quería volcar su trabajo. Ante la pregunta de un instructor acerca de si para él era más importante el ideal o las personas, dio cuenta de que en todos sus años como misionero había perdido de vista a las personas en pos de una misión. Tal era la concepción religiosa en esa época: el ideal estaba por encima de los sujetos.
Como si fuera una revelación, desde aquel día puso su saber al servicio de las personas. En lo concreto, eso significó el inicio de un proceso personal de transición y en un camino vocacional-profesional guiado mucho más por lo terapéutico que por lo espiritual abstracto.
Semejante movimiento llevó a que meses después, Hellinger terminara renunciando a la Orden. Su fe no se había movido un ápice, pero la contradicción entre lo que él creía que era el objetivo de su vida y las expectativas y necesidades de su congregación lo convencieron de que debía elegir.
A poco de dejar el clero, a principios de la década del 70, conoció a quien sería su primera esposa, Herta. Con ella trabajó en el desarrollo de sus ideas y su técnica mientras continuaba su formación en la Asociación vienesa para la Psicología en Profundidad y el Instituto de Munich de Formación Psicoanalítica. Se dedicó también al estudio de la Escuela Gestalt, Programación Neuro Lingüística, Psicodrama, Terapia Familiar Sistémica e Hipnoterapia Ericksoniana, entre otras.
Pero aún no terminaba de encontrar lo que quería y en 1973 viajó a California, Estados Unidos, para formarse en la Terapia Primal de Arthur Janov y luego, algo que lo influenció mucho más que casi todo lo que ya había probado: el Análisis Transaccional de Eric Berne.
Fue sobre todo con este último método científico para el tratamiento de trastornos psicológicos muy conocido en Austria y Suiza que se interesó en la idea del “guión secreto” de la vida de las personas. Según Berne, en la infancia de las personas se escribe un guión que maneja actitudes, sentimientos y reacciones durante el resto de la vida.
Hellinger fue un poco más lejos al descubrir que ese guión que siguen las vidas no es sólo personal –no empieza en la infancia ni termina con la muerte de una persona- sino que comienza muchísimo antes y que involucra a todo un sistema.
También de esa escuela aprendió la técnica de lo que Berne denominaba las “frases resolutivas”, guías para ayudar a los pacientes a salirse de ese guión y a ensayar otras posibilidades.
Esa fue la plataforma a partir de la cual Hellinger creó y desarrolló las Constelaciones Familiares hace tres décadas. Desde entonces, su herramienta ha ido avanzando y profundizándose junto con su incansable dedicación al conocimiento en pos de mejorar la calidad de vida de las personas. Misión que continúa al día de hoy, a sus casi 89 años, y que en el último período de su vida lo llevó a acercarse a chamanes de culturas tan diversas como las de Rusia, Brasil y Méjico en busca de ese saber de los pueblos originarios que fue también el puntapié de su elevada vida espiritual.
Recién cuando estaba en sus 70 años y el método se propagaba de boca en boca, Hellinger pensó en que no había formado a ningún discípulo aún y aceptó una propuesta del psiquiatra alemán Gunthard Weber para registrar su método. En 1993, se publicó como libro bajo el título de Fortuna caprichosa. La expectativa era vender dos mil ejemplares entre los colegas dedicados a la psicoterapia e interesados en métodos alternativos. Él fue el primer sorprendido cuando las ediciones empezaron a sucederse y el libro llegó a las 200 mil copias vendidas. Fue el primero de ambas de una treintena de libros que publicó en los siguientes años, varios de ellos junto a su segunda esposa, la médica Marie Sophie, con quien trabajo.
Hoy, todos sus conocimientos están sistematizados en lo que ha bautizado como Hellinger Sciencia, “La ciencia de las relaciones humanas”.